¿Es España uno de los países desarrollados con más corrupción y impunidad ?
José Luis Peñas (Madrid 1964) es licenciado en Derecho y tiene estudios de Geografía e Historia. En 1999 se afilió al PP y un año más tarde se convirtió en asesor del alcalde de Majadahonda, Guillermo Ortega. En 2003 le nombran edil de Urbanismo. Poco después, un escándalo en el ayuntamiento de Majadahonda hace que le expulsen del PP y Peñas empieza a grabar las conversaciones que mantienen Correa y varios de sus colaboradores en su presencia. A finales de 2007 presenta una denuncia por corrupción. En este libro cuenta en primera persona por qué lo hizo, cómo lo hizo y qué consecuencias ha tenido para él y su familia.
El concejal del PP se armó de valor, grabó las conversaciones de Correa y le denunció: el ‘caso Gürtel‘ había echado a andar .D. José Luis Peñas : el delator de la Gürtel ha escrito un libro “Uno de los suyos” y afirma que Denunciar la corrupción no le sale gratis a nadie”
Ser uno de los suyos. Gozar de su protección y su respeto. El lado más romántico de la mafia, ése que nos han ‘vendido’ sagas como ‘El Padrino’ o ‘Los Soprano’, ha convertido a la organización en un objeto de secreto deseo. En un concepto que se anhela y se consume. «Todos hemos fantaseado con vivir en una organización así aunque sea por un día», afirma Louis Ferrante, un ex miembro del clan de los Gambino ahora reinsertado tras cumplir ocho años de prisión por negarse a delatar a sus compañeros. Sólo hay que fijarse en la cantidad de servicios que recurren a su imagen. La ‘marca mafia’ funciona..
El concejal del PP #Peñas grabó las conversaciones de su jefe #Correa y le denunció: el 'caso Gürtel' había echado a andar el delator de la #Gürtel ha escrito un buen libro “Uno de los suyos” y afirma que la #corrupciónGürtel no le sale gratis a nadie” https://t.co/sy2GWdB7eA pic.twitter.com/r9MEgmO5ar
— Careonsafety.blog Noticias de seguridad pública (@careonsafety) 4 de junio de 2018
Otras informaciones : La Generalitat de Catalunya reformó el articulado de la Ley de Seguridad y asignó el estatuto de agente de la autoridad pública, al igual que mossos o policías locales
Cada vigilante cuenta para reducir a un agresor con unas esposas, una porra de 50 centímetros y guantes anti-corte; la última adquisición aunque se encuentran en negociaciones para incorporar chalecos anti-corte que minimicen ataques con arma blanca. Todo ello está contemplado en la Ley de Seguridad Privada, la misma que les da potestad para pedir a un viajero su billete si existen sospechas de que carece de él, a identificarle, a detenerle o a proteger las instalaciones. Pero se fijan en Cataluña donde tras la muerte en abril del año pasado de un vigilante de Renfe después de una pelea con un viajero que no tenía billete, la Generalitat reformó el articulado de la Ley de Seguridad y asignó el estatuto de agente de la autoridad pública, al igual que mossos o policías locales, a los vigilantes del metro y el tren. Los sindicatos entonces pidieron más personal y formación. Algo a lo que se suman sus compañeros en Bilbao. Para Txema García, de UGT, “esta es una reivindicación que llevamos planteando desde hace cuatro años pero que en la actualidad se encuentra en vía muerta. ¿Hace falta que nos maten como en Cataluña?. En el metro el supervisor tiene categoría de agente de la autoridad como un ertzaina; pues nosotros pedimos la equiparación”, añade.
La media de edad de los vigilantes oscila entre los 35 y los 45 años aunque siendo minoritario hay personal que la supera. Todos pasan por cursos de formación. 20 horas obligatorias al año aunque algunos —los que menos— optan por recibir más de forma privada. La última vez fue en mayo. Lo hicieron de la mano de la Asociación de Formación y Estudios Policiales (AFEP). Asistieron hasta 15 profesionales. Sobre la mesa la necesidad de conocer mejor el entorno donde se trabaja y los procedimientos más adecuados para intervenir. En la actualidad, esta entidad mantiene contactos con las empresas encargadas de la seguridad para aumentar la formación.
fuente. El pais digital.