El problema es que es una dictadura Xavier Reyes Matheus

El problema es que es una dictadura

 

 

 

 

Tras anunciarse el resultado de las elecciones venezolanas, un votante de Capriles se consolaba en Twitter con la satisfacción del deber cumplido, porque había puesto, decía, su «granito de arena». Ciertamente, los que veían en las urnas la oportunidad de salvar a Venezuela respondieron a la convocatoria con una resolución y un empeño a prueba de grandes sacrificios, haciendo colas interminables o regresando desde el extranjero para votar. El problema es que, con los granitos de arena de la oposición, Hugo Chávez tiene hoy una amplia franja de playa, cuyo horizonte se pierde quién sabe dónde, y por la que puede seguir caminando, además, como un irreprochable demócrata.

Algo de malo, de equivocado y de disfuncional tendrá esto, digo yo, cuando se considera la distancia abismal que existe entre los valores democráticos y el régimen bolivariano. Por supuesto, el mundo puede asumir dos actitudes. Puede contemplar esa brecha encogiéndose de hombros e intentar a continuación tragarse las ruedas de molino. O puede darse cuenta de que, con el ejemplo venezolano, la democracia queda expuesta a perder todo su significado y a cumplir exclusivamente aquel papel que le asignó la táctica revolucionaria socialista (y nacionalsocialista): el de una vía de asalto al poder. Quien quiera entenderlo puede buscar en Google el documento titulado «Para comprender la Revolución Bolivariana», editado por la Presidencia de Venezuela en 2004. En la página 12 verá que se define la «Revolución Bolivariana» como un «sistema político» que «comienza a instaurarse (…) en sustitución de la democracia representativa». Y en la página 19 se explica: «La diferencia del acto burocrático con respecto al acto revolucionario, es que lo electoral va a sustituir el método de tomar el poder. El acto revolucionario busca materializar la revolución, tal como se buscaba por la vía violenta». Más claro, el agua.

Pues bien: con semejante declaración de intenciones, por parte de quienes llegaron ya al poder y de tal modo confiesan no estar dispuestos, ni remotamente, a dejarlo, ¿por qué sigue empeñada la oposición en pretender que en Venezuela opera la lógica de la alternancia en el mando? Supongo que hay varias razones para explicarlo. Según parece, la primera es que no se dispone de otra vía, lo cual es tanto como admitir que la revolución (contra la tiranía chavista) resulta inviable. ¿Por qué? Para ello se han buscado muchos pretextos. El más recurrido es el de la «lucha democrática», que se repite incesantemente desde lo ocurrido en abril de 2002, porque con aquella usurpación de Carmona los adversarios de Chávez quedaron tachados de «golpistas», aunque el derrocamiento fue producto de un movimiento cívico-militar y el Gobierno violó abiertamente los derechos humanos para frenar la protesta. Pero, en fin: parece que es demasiada afrenta eso de dejarse llamar golpista, por más que quien lo haga sea, precisamente, el militar que se dio a conocer al mundo una madrugada metiendo los tanques al palacio de Miraflores para deponer a un presidente elegido de manera democrática y constitucional. Y lo peor es que, incluso con el pacífico talante de Capriles y de toda la oposición, Chávez seguirá de todos modos presentándonos como fascistas, lacayos del imperio, oligarcas, agentes de la CIA y otros insultos que nos dedica todos los días, con su conocido amor por el fair play.

Poco importa que el mundo entero haya celebrado las primaveras árabes como defensa legítima contra la opresión de unos sátrapas, llenos, por cierto, de afinidades electivas con el régimen de Chávez: los venezolanos, parece, no estamos por la labor de reivindicar el mismo derecho. Desde luego, la resistencia a un régimen sanguinario y sin escrúpulos como el venezolano no es cosa fácil. Implica persecuciones, exilios, amenazas, jugarse el pellejo y el de la familia: para nadie es un camino de rosas. Los venezolanos lo sabemos porque (aunque fuera en otra generación) así acabamos con la feroz dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958; y ello no sólo no nos acompleja, sino que lo tenemos como una gran conquista democrática. Pero con el régimen actual (mucho más destructivo que el perezjimenista) no acaban de activarse los mismos mecanismos de respuesta.

¿Cuánto de esta culpa cabe a los líderes de la oposición? Nadie duda del patriotismo de Capriles, que es justamente uno de los venezolanos que más huellas pueden exhibir en sus carnes del ensañamiento chavista. Su campaña fue admirable, y es probable que haya sembrado la semilla de un liderazgo nacional que, como pronosticó Mario Vargas Llosa, pueda luego resultar fructífero. También es muy digno de elogio el trabajo de la Mesa de la Unidad para canalizar las fuerzas opositoras hacia un solo objetivo. Pero no es menos cierto que la ficción electoral permite a ciertos partidos y figurantes de tercera fila conservar su nicho en la vida política; y así, al precio de aguantar insultos de Chávez, mantienen un protagonismo que de otra forma no habrían tenido nunca. Viajan por Europa, conceden entrevistas, hacen relaciones, reciben ayudas. Y por esas ganancias estarían dispuestos a pasar una y otra vez por el mismo tinglado, llevando a la gente detrás como a los ratones de Hamelín, aun a sabiendas de que con los votos no existe ni la más remota posibilidad de desplazar a Chávez del poder.

Porque está claro que este es el punto. Que Chávez tiene popularidad es indudable, y la razón es evidente: es un demagogo. No es nada nuevo en la historia; existe desde Cleón, en tiempos de las Guerras del Peloponeso, hasta Hitler y Perón. Pero no es cierto que el régimen chavista esté asentado en la decisión de la gente: la verdad es que descansa en la violencia, pues tiene toda la disposición a usarla para mantenerse en el poder contra cualquier iniciativa, de la naturaleza que sea y venga de quien venga, si pretende desalojarlo. El voto sirve en la medida en que avala la fuerza, pero ésta tiene su razón propia: no necesita de nada ni de nadie para hacerse valer. Aunque los comicios se ganaran; aunque el fraude no se pudiera demostrar, ¿puede considerarse que semejante sistema está al servicio de la voluntad popular? En cierta forma, es lo mismo que ocurre con la libertad de expresión, que todos se asombran de ver bastante intacta bajo la bota bolivariana. La explicación es sencilla: da igual que se denuncien los excesos del Estado, las instituciones públicas están todas al servicio del régimen, y no van a otorgar ningún beneficio a la voz del que se queja. Sería impensable; tanto como haber imaginado, ayer, a la jefa del órgano electoral anunciando la deposición de su jefe, a quien la unen vínculos de lealtad sobre los que nadie guarda la menor duda.

Así y todo, los opositores venezolanos se siguen embarcando en la aventura electoral. A ello contribuye, en buena parte, un montón de rumores que suelen abonar los periodistas, no se sabe si con el ánimo de subir la moral o picando el anzuelo de los que quieren hacer creer que hay posibilidades. Porque es obvio que la gente no es idiota para salir a jugar con las cartas marcadas; entonces hay que convencerla de que el control totalitario del caudillo no es tal, de que hay disensos internos, de que en la Fuerza Armada (que se apellida «Bolivariana») hay militares íntegros que no consentirían el fraude, etc. La enfermedad de Chávez, hábilmente promocionada por el régimen, resultó eficacísima para sembrar esta ilusión de que las ratas estaban todas abandonando el barco. Y lo que hoy tenemos, hasta que otra cosa sea capaz de desmentirlo, es que el barco navega con viento de popa.

Se engañan también los que creen que la debacle de Venezuela es la debacle de la revolución. Muy por el contrario: en un contexto depauperado, privilegiando al hampa, al narcotráfico, todos los delitos que pueden sustituir como fuentes de riqueza a las ruinosas industrias nacionales, Chávez puede desempeñar más eficazmente su papel de capo para gobernar aquella inmensa mafia en que ha convertido Venezuela. Su modelo de dictadura africana funciona perfectamente bien con un país reducido a cascotes.

¿Qué hacer, entonces? Los líderes de la oposición suelen aducir que en Venezuela se ha hecho ya «todo», y ante la disyuntiva electoral ponen el ejemplo del revés sufrido en las parlamentarias de 2005, cuando la oposición decidió retirar sus candidaturas y el Legislativo quedó completamente ganado para el chavismo. Y es que, claro, lo que no se puede hacer es impugnar las elecciones para el Congreso y luego reconocer legitimidad a los diputados que salgan de allí. No se puede seguir jugando a la democracia a medias; a esta democracia que nos apunta con una pistola. O la desconocemos, o nos convertimos en sus rehenes. A Capriles le preguntaron en una entrevista para la televisión colombiana si lo de Chávez era una dictadura y dijo que no. Muy comprensible: ¿cómo se explicaba su propia candidatura, si es evidente que ningún dictador sale por elecciones, salvo que haya perdido el apoyo de las armas o que decida voluntariamente facilitar una transición? En Chávez no se había dado ni lleva trazas de darse ninguno de los dos supuestos. Pues bueno: ahí están las consecuencias.

Yo soy venezolano, y no puedo ver sin un inmenso dolor y una tremenda indignación que las democracias occidentales estén felicitando a mi país por su «fiesta democrática», cuando sé cierta y positivamente –como lo saben esos Gobiernos– que Venezuela se está abismando en un trágico pozo de caos, de opresión, de atraso y de sangre. No, lo siento, no me obliguen a fingir a mí también. El comienzo de la resistencia activa que puede libertar a Venezuela consiste en decir la verdad y en llamar a las cosas por su nombre. Y lo mejor que podría hacer Capriles Radonski, ya que ha capitalizado una parte importante del favor de los venezolanos, es liderar esa causa, que no ha de ser más un juego de sombras chinas, sino la lucha visible y sostenida de un pueblo por su libertad. Capriles es ya una figura prestigiosa y escuchada, mientras que el mundo entero, con todas sus afectadas cortesías al tirano, sabe perfectamente quién es Hugo Chávez. Y sin duda que será una empresa dura, peligrosa y sacrificada, pero a la larga está llamada a prevalecer, porque, contra todo cinismo, es la causa de la verdad.

Xavier Reyes Matheus, director académico de Rangel.

Schäuble dice que España no necesita ayuda financiera

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ReutersReuters – Hace 10 horas

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  • España no necesita ayuda financiera de la zona euro porque sus problemas derivan del sector bancario y el país ya tiene su préstamo para recapitalizar los bancos, dijo el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. En la imagen de archivo, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble habla durante los actos para celebrar su 70 cumpleaños en Berlín, el 26 de septiembre de 2012. REUTERS/Michael Sohn/PoolVer fotoEspaña no necesita ayuda financiera de la zona euro porque sus problemas derivan …

BRUSELAS (Reuters) – España no necesita ayuda financiera de la zona euro porque sus problemas derivan del sector bancario y el país ya tiene su préstamo para recapitalizar los bancos, dijo el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble.

«España no necesita un programa de ayuda», expresó Schäuble a su llegada a una reunión de ministros de Finanzas de la zona euro en Luxemburgo, reiterando un argumento que ha planteado repetidamente en las últimas semanas.

«España está haciendo todo lo necesario en política fiscal y reformas estructurales. España tiene un problema con sus bancos como consecuencia de la burbuja inmobiliaria de los últimos años».

«Por eso España está recibiendo ayuda con la recapitalización de los bancos. Y, por supuesto, que España, como cualquier otro país, está sufriendo los problemas de contagio y especulación en los mercados financieros…pero España no necesita un programa de ayuda. Eso es lo que dice una y otra vez el gobierno español», expresó.

Los ministros de Finanzas que forman el Eurogrupo, se reúnen para estudiar el coste de financiación de España y sus reformas económicas además de otros temas relacionados de la zona euro.

SUPRIMIR EL TIPO REDUCIDO Bruselas estudia subir el IVA al agua, energía, residuos y vivienda

SUPRIMIR EL TIPO REDUCIDO

Bruselas estudia subir el IVA al agua, energía, residuos y vivienda

Estudia cómo equiparar la fiscalidad de los libros electrónicos a la de los libros impresos.

  • LM/AGENCIAS 

La Comisión Europea se plantea suprimir el tipo reducido del IVA -que en España es del 10%- para el agua, la energía, la gestión de residuos y la vivienda por considerar que su aplicación contradice los «objetivos estratégicos» de la UE de reducir el consumo de estos recursos por motivos medioambientales.

«Los Estados miembros necesitan nuevas fuentes de ingresos, mientras que las empresas quieren sistemas fiscales más simples con costes de conformidad menos elevados. Hoy nos planteamos la cuestión de saber si algunos tipos reducidos de IVA aportan los resultados previstos o si crean más problemas de los que resuelven», ha dicho el comisario de Presupuestos, Algirdas Semeta.

En el caso del agua, Bruselas plantea que los objetivos sociales que en principio tenía el tipo reducido del IVA podrían lograrse mejor mediante políticas sociales nacionales dirigidas a los grupos más vulnerables. Para la energía, la Comisión cree que el IVA reducido contradice el objetivo de fomentar el ahorro energético y favorece a las fuentes más contaminantes.

Lo mismo ocurre con la gestión de residuos, donde el IVA reducido no tiene en cuenta la jerarquía fijada por la UE, que da prioridad al reciclaje frente a la incineración o disposición en vertederos. En el caso de la vivienda, Bruselas plantea que este tipo se aplique sólo a las que cumplan las exigencias comunitarias máximas en materia de ahorro energético.

El Ejecutivo comunitario asegura en todo caso que todavía no hay ninguna decisión tomada y ha abierto una consulta pública, que concluirá el 3 de enero de 2013, para que todos los interesados le hagan llegar su opinión antes de plantear sus propuestas definitivas.

La Comisión pregunta también cómo equiparar el IVA de los libros y prensa en papel, que tienen ahora el tipo reducido, al de los libros y la prensa electrónica, a los que en la actualidad se les aplica el tema normal.

El puro de Rajoy a Sheldon Adelson y Esperanza Aguirre Las portadas de la prensa económica atienden a diferentes asuntos. Destaca el Economista con dos revelaciones sobre Mariano Rajoy.

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 LUIS F. QUINTERO SEGUIR A @LUISFERQUINTERO 

La consecución de los objetivos de reducción del déficit sigue preocupando, aunque hoy otros asuntos desvían la atención de los periódicos. Libre Mercado abre su edición con una crónica de Manuel Llamas que titula «España atraviesa su peor crisis económica desde 1890» porque «el país sufre la mayor caída del PIB desde finales del siglo XIX, la mayor destrucción laboral desde la posguerra y la mayor deuda pública desde 1910».

En Expansión en cambio su principal titular es para Mapfre, que es la «favorita para comprar Cesce al Estado». Cesce es la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación. Dice este diario que Mapfre irá de la mano de su socio Euler Hermes, líder mundial en seguros de crédito.

Además, en este diario leemos que «De Guindos negocia hoy el rescate en el Eurogrupo» aunque en el cuerpo de la información advierte de que «hay voces que dicen que el rescate no estará sobre la mesa» porque ya no es inminente la petición de ayuda. Además, informa de que «la banca europea aumenta un 8,3% su cartera de deuda pública española» alcanzando los 187.748 millones a 30 de junio.

Quizá el titular más llamativo lo encontramos en el Economista que nos cuenta hoy que Eurovegas estaría «en el aire, al negarse Rajoy a cambiar la ley del tabaco». Dice el Economista que Rajoy está dispuesto a perdonarles al equipo de Adelson el IBI y el IAE, pero no quiere dejar fumar en sus casinos. Y recuerda que Aguirre «se lo pidió personalmente» al presidente del Gobierno. Las imágenes recientes de Mariano Rajoy fumándose un puro por las calles de Nueva York seguro que no han sentado muy bien al empresario de Nevada.

Además, otra decepción. La del presidente de la CEOE por no bajar las cotizaciones a las empresas, tal y como prometió en la negociación para los Presupuestos. Finalmente, «la decisión de Mariano Rajoy de excluir, en el último momento, de los Presupuestos de 2013 su propuesta de rebajar un punto las cotizaciones que pagan las empresas a la seguridad social ha provocado una viva indignación en el seno de la CEOE», dice el Economista.

Por último, en Cinco Días hablan de «beneficios bajo mínimos» porque «seis de cada diez empresas declaran pérdidas ante Hacienda».

Rajoy: «Algunos no se enteran de que las fronteras tienen sus días contados» El independentismo es «un disparate colosal», según Rajoy. Y la foto del Camp Nou «daña» la imagen del país. El Gobierno, muy preocupado.

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Rajoy, junto a Basagoiti en San Sebastián | EFE

 

  • El Gobierno acabó estallando. Tras ver dibujada una enorme estelada en el Camp Nou, desde el presidente a varios de sus ministros criticaron abiertamente el órdago secesionista de Cataluña, que podría tener su símil en el País Vasco. La preocupación va en aumento entre los cargos de la administración, que lamentan que Artur Mas «haya logrado utilizar el fútbol» para mandar un mensaje contra España. «El mismo que, por la puerta de atrás y con piel de cordero, pide dinero al Estado porque no puede pagar a los proveedores», en voz de un miembro del Consejo de Ministros.

Una imagen, la del campo del Barcelona, que va en contra de los intereses españoles y que supone un socavón en el exterior, donde no entienden las proclamadas secesionistas. Así lo piensa el Ejecutivo, que se dejó de paños calientes y salió a bocajarro en contra del independentismo. Desde San Sebastián, donde la marca de ETA gobierna en su ayuntamiento, Mariano Rajoy tachó de «disparate colosal» unas reivindicaciones que constituyen «un torpedo contra la línea de flotación del futuro del bienestar de los ciudadanos».

El argumento no es nuevo. El Ejecutivo dice que a más independencia, más pobreza y más paro. Pero en esta ocasión el jefe del Ejecutivo, visiblemente contundente, utilizó términos que no se le escucharon tras la marcha de la Diada: las de cataluña, expuso, son «aventuras que no conducen a ninguna parte» y que solo generan «incertidumbres».

Los empresarios no quieren independencia

La clase empresarial, aseguran Gobierno y PP, está en contra de algarabía. Tanto en Cataluña como en el País Vasco, habida cuenta de los negocios que tienen en otras regiones. Precisamente, Rajoy despachó con responsables del sector en la Cámara de Guipúzcoa y, en privado, le aseguraron que quieren una «Euskadi integrada en el Estado».

«Proponer hoy separaciones y quedarse fuera de todo, de España y de Europa, en la nada, no es ni siquiera una opción ideológica, es un disparate de colosales proporciones y va como un torpedo contra la línea de flotación de lo que hay que hacer para superar la crisis», expuso el presidente, que fue a darle su apoyo a Antonio Basagoiti, cuyo eje de campaña está siendo alertar de los riesgos rupturistas.

Precisamente, en un artículo publicado en Libertad DigitalMaría Dolores de Cospedal incide en esta idea: «No nos engañemos, en las elecciones del día 21, las opciones también se reducen a dos posiciones muy nítidas: independencia frente a España. Soberanismo frente a Constitución. Salir de la crisis o engañarse con cuentos de la lechera. El PP, con Antonio Basagoiti a la cabeza, frente al resto de partidos», asegura.

En el terreno, Rajoy habló de una historia radicalmente distinta a la planteada por los independentistas: «Es un disparate de colosales proporciones que, cuando en la Unión Europea estamos debatiendo para hacer más unión política, más unión económica, cuando hablamos de unión bancaria y unión fiscal planteen exactamente lo contrario de lo que vivimos los vascos y los españoles». E, inciden -por ejemplo Alberto Ruíz Gallardón, desde Barcelona-, en que sólo España estará en el entramado comunitario.

«En el mundo actual se puede ser de casi todo salvo pequeño», por lo que reivindicó «la historia de un país que es el más viejo de Europa», que no es otro que España. «No hay que ir en contra de los tiempos y volver hacia atrás porque las fronteras tienen los días contados y hay algunos que no se han enterado», remachó.

El presidente aún dijo que «a nadie se le ocurre plantear cosas que nos llevan muchos años atrás, que solo generan problemas y divisiones y son obstáculos en la lucha contra la crisis económica». Si bien en privado se trasluce un desconcierto cada día mayor a unas proclamas independentistas que siguen copando las portadas y cada día van a más. De ahí, dicen fuentes gubernamentales, que Rajoy quisiera dar «un golpe en a mesa».